Ficha Red de Mentiras

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Críticas de Red de Mentiras (1)


Mad Warrior

  • 3 Feb 2024

7



¿Cuándo uno está realmente seguro de si lucha contra un aliado o un enemigo?, ¿y qué distingue a uno de otro? Todo son máscaras al fin y al cabo protegidas por elementos tan distorsionadores como la guerra y el terrorismo, y cuando caen se revela una verdad terrible.
Ni hay inocentes ni lugares seguros...es algo que el agente Ferris debería saber.

Un regreso al mundo de los espías como los de antaño. “Body of Lies“ fue un éxito de ventas para David R. Ignatius tras casi una década separado de la ficción literaria; algo premonitoria, la novela se publica en Abril de 2.007, dos meses antes de la frustrada operación con coches-bomba en las calles de Londres al igual que la detención de algunos de los responsables del también fallido ataque al Aeropuerto John F. Kennedy de New York. En un momento donde la seguridad mundial es aplastada por el puño del terror islámico, el agudo periodista del The Washington Post puso el dedo en la llaga de algunos temas bastante controvertidos.
Pero incluso poco antes de llegar a “best-seller“ ya estaban los de Warner Bros. haciéndose con los derechos y preparando una adaptación; no muy conforme estuve, de todos modo, al saber que el elegido era William Monahan, encargado de mutilar la trilogía de “Infernal Affairs“ en el tan sobrevalorado “remake“ “Infiltrados“, repitiendo, de hecho, Leonardo DiCaprio, en un papel bastante similar. Ridley Scott vuelve a cambiar de género y demostrará solidez para el “spy thriller“, empezando por una secuencia que resulta crucial si se quiere comprender el mensaje de “Body of Lies“.

Russell Crowe nos habla a nosotros, al espectador. Su voz resulta seca, directa, cruda, y profiere las palabras con una frialdad imponente; describe, cual periodista que recoge información para su columna, la tremenda debilidad de las organizaciones que combaten el terrorismo, de una sociedad presa del miedo, de la desconfianza, del odio a los líderes gubernamentales. Y en lo más importante que hace hincapié es en lo equivocados que están los mandamases de esas organizaciones secretas que tanto confían en la tecnología para detener enemigos que usan el contacto humano...
Todo esto es de una ácida ironía subida, pues con Hoffman el actor interpreta a un maldito burócrata que dictará órdenes desde la calidez de una habitación a través de un teléfono como si se creyera el presidente de los EE.UU., mientras sus agentes se desangran en territorio extranjero por un país que nunca les tiene en cuenta como seres humanos. Ferris (el nativo de California camuflado de moreno y con ojos negros) es la contraparte, el héroe abnegado, otro infiltrado, ahora en el clima explosivo (literalmente) de Iraq, donde Scott, cuya cámara se tambalea y ofrece planos rápidos al estilo de su hermano Tony, nos mete de cabeza, sin sutilezas.

Y aquí, nada más empezar, se nos obliga a enfrentar la recalcitrante falta de humanidad de la que están dotados estos agentes encubiertos. “-¡Mátame antes de que me capturen y me decapiten por internet!“, grita a Ferris su contacto. “-De acuerdo, te mataré“, responde. Diálogos que cruzan la pantalla en dos segundos y se esfuman para dar paso a la violencia y la ruidosa pirotecnia filmada con el oficio de un veterano del cine, pero los oídos de la gente corriente no están preparados para estos diálogos, que encogen el estómago por su frialdad.
El rechazo de Hoffman a ayudar a un confidente relacionado con el terrorista que deben detener ejemplifica esa idea, que Ignatius defiende sin tapujos: “Creo que ese es el peor defecto en las operaciones de EE.UU. en otros países, alentamos a personas para que arriesguen sus vidas por nuestra creencia de estar haciéndolo para ayudar al Mundo...y cuando las cosas se ponen difíciles les abandonamos“ (de nuevo irónico teniendo en cuenta que este hombre apoyaba la invasión de Iraq en sus columnas). La trama estará impregnada de la inhumanidad y será lo que la haga avanzar; cuando Ferris pierda a un compañero aparecerá otro y la rueda de víctimas sigue girando...

Sin examen de conciencia, sin un atisbo de vergüenza o arrepentimiento, la moral que tanto defiende Norteamérica quebrada con una simple negación para seguir el cumplimiento de una misión. ¿Cómo se puede luchar para salvar a toda una nación si las vidas individuales se sacrifican como objetos de saldo?
Cada vez que hace su entrada el personaje de Crowe con su actuación a lo J.T. Walsh un clima espeso y retorcido se apodera de la historia, una náusea desagradable, y ayuda a personificar la incompetente politización en las agencias gubernamentales; Hoffman toma decisiones, y ninguna es la correcta.

DiCaprio, inhumanizado, las acata, pero cuando se queja por esta conducta sólo lo hace preocupado de su propia seguridad, no de los compañeros que las metralletas de los yihadistas han volado en pedazos. Y en contra de esto destacan las pacientes y meticulosas maneras del servicio de inteligencia jordano, dirigido por Mark Strong (poderosa interpretación) en la piel de Salaam, álter-ego nada disimulado de Saad Kheir; entre estos tres personajes se teje la telaraña de engaños, movimientos falsos, traiciones, puñaladas siempre por la espalda, acciones ejecutadas a escondidas, pero con consecuencias terribles.
Los resortes clásicos de una intriga de espías a la antigua usanza se disparan realmente durante la segunda parte de la película, que recrea la misma estrategia “Mincemeat“ de los aliados durante la 2.ª Guerra Mundial para confundir a los alemanes sobre un falso desembarco. Aquí sucede algo parecido...solo que los enemigos son terroristas y el cadáver utilizado en aquella operación se sustituye por alguien vivo, otro tema que sale a relucir y produce náuseas: la facilidad con la que un organismo gubernamental puede manipular la vida de cualquiera, torcerla y destrozarla hasta que el resultado es un cuerpo apaleado devorado por perros sarnosos.

Esta mitad del metraje deja las persecuciones explosivas y las aventuras al estilo de Ryne D. Pearson y se convierte en un “techno-thriller“ de la escuela de Tom Clancy, centrándose aún más en la opresión al individuo a través de cámaras y monitores, un sistema de alta tecnología para robar datos y tergiversar información. Sin embargo el guión cae en los clichés típicos del género, empezando por (vaya, qué sorpresa) el despertar de conciencia del protagonista (lo cual, por supuesto, pone en peligro la operación, ya que la frialdad es lo que guía a estas organizaciones).
No es que no me guste verlo, creo que ayuda a la evolución de Ferris, pero es algo que hemos visto miles de veces. Lo que no me gusta, porque ni resulta necesario ni se muestra como en el libro, es la manía de insertar un interés romántico en mitad de este lío de intriga, acción, violencia y burocracia; puede o no ayudar a la sensibilización de aquél, algo dudoso, pero esto hace caer la credibilidad de la historia. Y es que Aisha, antes Alice (la preciosa y veterana actriz iraní Rahavard Farahani) deja de tener la importancia que tenía en el texto y Monahan la simplifica hasta el extremo de no ser nada más que ese incentivo para hacer avanzar al protagonista.

Así, el 3.er acto olvida lo anterior y repite la estructura de todos los “thrillers“ de acción que llevamos viendo desde hace 70 años, siguiendo esta irritante pauta: héroe toma decisión-chica del héroe es secuestrada-héroe se lanza al rescate-villanos capturan a héroe-villanos torturan a héroe-amigos del héroe aparecen en el último segundo-héroe es rescatado-chica del héroe es rescatada-vivieron felices y comieron perdices. Y fin.
Scott, que tanto se ha esmerado en hilvanar traiciones entre agencias, peripecias de agentes secretos, conflictos internacionales, análisis dramático del terrorismo...cae en las redes del estereotipo y nos vende una fórmula más gastada que las frases con las que el terrorista amenaza a Ferris.

Debido a estas y otras meteduras de pata que dañan la trama sin la más mínima vergüenza, el “thriller“ también de intrigas terroristas de Jeffrey Nachmanoff, “Traidor“, estrenado poco antes pero sin la misma repercusión, construye mucho mejor su estructura y además tiene algo que “Body of Lies“ no: una auténtica conexión profunda entre el protagonista y sus enemigos, así como con la misión que desempeña para el Gobierno.
Scott nos manipula con sus ideas como Hoffman y Salaam a Ferris, y luego nos deja colgados entre el fuego enemigo, el artificio, la violencia por violencia, la trampa, la mentira y los clichés. Es un viaje trepidante, sí, pero me conozco el final del camino de memoria...



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